Julio 2010


El piloto está en Estados Unidos, y el copiloto? Probablemente en China…


Fernando Baer - Economista - Director Bconomics

(Publicada en el Dirio El Cronista el 3/9/10)


Tenemos el privilegio de presenciar uno de los momentos más interesantes de los últimos 80 años de la historia económica mundial. La crisis financiera internacional de 2008-2010 pudo ser parcialmente resuelta con políticas monetarias y fiscales altamente expansivas (y novedosas). Bajo esta batería de medidas es que desde el IV trimestre del año pasado / I trimestre de 2010 las economías de Estados Unidos y Europa volvieron a crecer. Sin embargo, desde 2008 se comenzó a prestar atención al deterioro sistemático de los indicadores fiscales y de deuda de los países desarrollados. El mundo continuará interrogándose sobre la capacidad de pago de las deudas de España, Portugal, Grecia, Irlanda, Bélgica, entre otros. En promedio, estos países muestran indicadores de déficit fiscal del 10-15% del PBI, y relaciones de deuda a PBI en el orden del 100-150%. Las dificultades de financiamiento de esos desequilibrios se pusieron en evidencia en los últimos meses, con una fuerte acentuación para luego suavizarse en las últimas semanas.

Evocando la necesidad de salvar el futuro de Europa como bloque líder global, la renuencia de Alemania finalmente se corrigió y el Banco Central Europeo y el FMI aprobaron fondos para salvataje por 720.000 millones de euros (apenas 25% del PBI de los países llamados PIIGS). La promesa de ajuste, con un mix de recorte de gastos y aumento de impuestos fue entregada a cambio. Las dificultades de implementación política y social de este esfuerzo quedaron en evidencia con las revueltas sociales que persisten en Grecia y  España. Y las que seguramente continuarán presentándose en otros países de la zona.

Sin embargo, sería un error pensar que estos desequilibrios son el resultado unívoco de políticas activas anti-cíclicas impulsadas para suavizar los efectos negativos de la crisis. Los desequilibrios en estas economías son estructurales, con muchos años de gestación. Si se observan los desequilibrios de cuenta corriente, muchos de los países que hoy se encuentran en el ojo de la tormenta hace mucho tiempo viven por encima de sus posibilidades (ingreso, dotación de factores y productividad). España, Grecia y Portugal presentan en 2010 déficits de cuenta corriente promedio de 8% del PBI (lideran los países con mayores desequilibrios). No en vano son los primeros en enfrentar complicaciones para financiar su exceso de gasto. Italia y Francia enfrentan desafíos de mejor administración, con déficits de 2.4%. Es decir, el principal problema que hoy enfrenta el bloque es de flujos.

En un ejercicio hipotético, si se pudiesen reestructurar en condiciones altamente favorables todas sus deudas (pública y privada), se suavizaría, pero aún persistiría, el problema de base, que es la financiación de los déficits de ingreso-gasto (flujos). En todos estos casos, las 2/3 partes del gasto público total representa beneficios de la seguridad social y salarios, ambos componentes altamente inflexibles a la baja. Si, por ejemplo, España, Grecia, Portugal e Italia pudiesen recortar exitosamente sus gastos en salarios y seguridad social en un 25%, en 2011 la asistencia financiera adicional para financiar los déficits sería de 500.000 millones de euros. Y aún así persistiría un déficit promedio de 8-10% del PBI para los años siguientes si no existiesen reformas estructurales significativas en los niveles de gasto y/o precios relativos. El acuerdo de reducción de déficits a la mitad para 2013, tanto mediante recortes en gastos –aunque inflexibles- como aumentos en los ingresos –en un contexto de acceso a financiamiento no propicio-, demostraría diagnóstico acertado, con una cuota elevada de voluntarismo discursivo, pero sin probabilidad clara de éxito.  

En este contexto se inserta la discusión actual sobre el futuro del euro. Los resultados de los esfuerzos políticos y económicos para preservarlo lo ubicarían en algún escenario que, independientemente de su probabilidad de ocurrencia, estaría caracterizado por un euro más débil. Si bien en las últimas semanas el euro logró apreciarse respecto del dólar (7%), más pronto que tarde deberá  reflejar más genuinamente los elementos fundamentales de las economías que lo conforman.

En momentos en que el mundo está intentando consolidar su leve recuperación, una crisis en Europa exige a Estados Unidos (por ser la mayor economía del mundo y el único emisor de la reserva de valor global) esfuerzos adicionales para evitar nuevas y más severas recaídas. Sin embargo, en esta etapa, donde los excesos se presentan como aún más complejos de corregir y con un delicado equilibrio de las políticas monetaria y fiscal, su rol debería verse indiscutidamente complementado por aquellos países que presentan ahorros netos significativos. Nuevamente, China debería entrar en el centro de la escena, dada la magnitud de sus ahorros (stock y flujos) y su participación en el PBI global (segunda economía más grande del planeta). En esta etapa que comenzará, de un menor ritmo de crecimiento global y mayores restricciones de acceso a financiamiento, la coordinación de políticas entre ambos líderes sería altamente relevante.