Febrero 2010

El Banco Central y la receta de Chicago


Fernando Baer Economista - Director Bconomics

(Publicada en el diario El Cronista el 22/02/10)

Los problemas de inestabilidad financiera han sido recurrentes a lo largo de la historia económica mundial. A cada acontecimiento en ese recorrido surgieron ensayos de respuesta de política económica. En algunos casos, las recetas fueron implementadas, con mayor o menor éxito. En la década del ’30 del siglo XX, Irvin Fisher y Henry Simons, entre otros, introdujeron el concepto de banca acotada (narrow banking en inglés) para restaurar la confianza y superar la parálisis del sistema financiero tras la crisis de 1929. El concepto formó parte del plan diseñado por los economistas de la Universidad de Chicago para implementarlo en el plan de reconstrucción New Deal del Presidente Roosvelt, en Estados Unidos.

El objetivo perseguido fue dividir el rol de intermediación del sistema bancario como proveedor de recursos bajo el esquema de banca transaccional y el de banca de inversión, es decir eliminar el concepto de banca universal. Ello permitiría aislar los efectos negativos de pérdidas de capital en el sector real de la economía y mantener a salvo el sistema de pagos. La banca de inversión escapaba del esquema de encaje fraccionario y exigía reservas bancarias del 100% sobre el total de depósitos que se intermediaban bajo ese segmento. La eliminación del multiplicador monetario en la banca de inversión ralentizaba la creación secundaria de dinero y afectaba la oferta monetaria y los recursos totales disponibles en la economía. La idea fue descartada con la introducción del seguro de depósitos en 1935. Luego de 75 años, el debate en Estados Unidos sobre la reforma al sistema financiero tras la crisis internacional retrocede en el tiempo, e intentaría acotar la interacción entre la banca transaccional y la banca de inversión (no regulada) para evitar que los excesos de un lado y del otro afecten la estabilidad financiera. 

En la Argentina de hoy, el sistema financiero bancario se encuadra legalmente dentro del esquema de banca universal, con encajes fraccionarios diferenciales por tipo de depósito, sistema de garantías y férreos parámetros regulatorios y criterios de supervisión. Sin embargo, en la práctica, el sistema se comporta como un esquema de narrow banking, con aislamiento de la banca transaccional de la de inversión. El 60% de los depósitos son transaccionales (caja de ahorro y cuenta corriente), en tanto el 50% de los depósitos a plazo son a menos de 60 días. Es decir, el 74% de la oferta monetaria es a cortísimo plazo. Por construcción, el sistema financiero no intermedia recursos para inversión. El exceso de liquidez de bancos del 9% sobre el total de depósitos del sistema refuerza este punto. Más aún, el nivel de intermediación financiera del sistema bancario es de apenas el 12.3% del PBI (relación stock bruto de préstamos totales/PBI). Por otro lado, el flujo de inversión bruta fue de 20% del PBI en 2009 (información al II trimestre), con un 70% destinado a construcciones. La relación entre inversión en 2009 y el stock bruto de préstamos intermediado (el flujo neto de préstamos es significativamente menor al 12.3% del stock bruto/PBI) es muestra elocuente de que, en la práctica, existe una banca transaccional y una banca de inversión bien definidas. El resultado es un sistema financiero bancario “resistente” a shocks, dados los excedentes de liquidez, pero a expensas de un nivel de intermediación exiguo e ineficiente. 

¿Cómo se financia el flujo de inversión? Básicamente a través del mercado de capitales y por excedentes de liquidez de los individuos y empresas, provenientes del significativo ahorro externo neto (superávit de cuenta corriente y fuga de capitales). La proliferación de fideicomisos financieros para la construcción residencial es un ejemplo de ello. El excedente de ahorro se vuelca a la adquisición de activos no monetarios que protegen su valor ante un contexto de inflación sistemática y que se acelera. El rol del BCRA no es menor en este proceso. El objetivo de tipo de cambio con flotación administrada y acumulación de reservas atemporal ubica la tasa de interés real en un terreno significativamente negativo. La pérdida de poder adquisitivo del peso fue estableciendo la división entre ambas bancas. Corolario, las políticas de los últimos años del Banco Central lograron lo que la escuela de Chicago no logró hace 75 años; aislar el sistema de pagos ante distintos tipos de shocks mediante la introducción del esquema de narrow banking. El costo es la desaparición del sistema bancario como intermediario financiero, la ineficiencia en la asignación de recursos y el estímulo a mercados alternativos que sustituyen imperfectamente el rol de reserva de valor de ahorros, sin administrar los riesgos potenciales que el retorno al equilibrio podría generar.